domingo

segundo día: Segesta, Erice, Selinunte

Palermo, a 9 de abril de 2006, domingo de Ramos

La redolada a Sicilia la haremos en el sentido contrario a las agujas del reloj, por lo que tendremos siempre el mar a nuestra derecha.




Lo primero hacia Segesta, ciudad griega fundada por los supervivientes de Troya. Visitamos un templo griego de estilo dórico, muy bien conservado al que se llega después de subir una cuesta escalonada y que sorprende el encontrarlo allí en medio de la nada, y un teatro en la cima de una colina (con la actuación de Isabel y Fernando juniors). Bonitas vistas del valle. Todas las visitas (y las birras) se financian con el fondo.


Los templos dóricos se caracterizan por que las columnas carecen de base y terminan en una losa rectangular. Los columnas de los templos jónicos descansan en una base y los capites terminan en dos volutas. Los corintios, con columnas más finas, y con complicados capiteles que estaban decorados con hojas de acanto.


Mauricio, en poco más de una hora, nos lleva por una serpenteante carretera a Erice, encaramada en lo alto de un monte con vistas que se pierden en el mar y en las verdes colinas. Siguiendo un plano triangular esta ciudad ha mantenido el carácter medieval en sus elementos arquitectónicos y en sus innumerables iglesias. Un bono financiado por el grupo Joly nos permite visitar algunas de ellas (también un restaurante típico).


Iglesia de Santa María (chiesa Matrice), gótica-románica, muy bonita y cuidada, con un espacioso pórtico. Al lado un campanario, ventanas góticas con parteluces (aportación de Isabel), y desde el que se divisa una gran panorámica.


San Martín el Mayor, iglesia barroca con decoración en techo, columnas y frisos en colores blanco y gris. San Giuliano, aquí está el oratorio 33 (número de miembros de la congregación que lo fundó).

El Castillo normando eregido en un solitario peñasco, convertido parcialmente en hotel.



La tarde nos transporta otra vez a la edad antigua, para ver las ruinas de Selinunte, que en su día fue una próspera ciudad fenicia, y hoy un gran espacio lleno de restos de grandes templos, todos dóricos, solo dos permanecen en pie, el resto se adivina por las ciclópeas columnas amontonadas. Impresiona la grandeza.




Se nos hace tarde, y no podemos ver la acrópolis, incluso han cerrado la puerta principal, tenemos que buscar otra salida.

Llegamos a Agrigento justo para cenar. La intención es dar un paseo nocturno desde el hotel hasta el valle de los templos, pero nos excusamos en que la entrada principal está cerrada por obras.

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